Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100164
Legislatura: 1887-1888
Sesión: 18 de abril de 1888
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Polo de Bernabé.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 89, 1771-1774.
Tema: Manifestación agrícola en Valladolid.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta) Voy a aproximarme al Sr. Polo de Bernabé, porque quiero tranquilizarle, en lo cual tengo mucho gusto, no solo por la consideración que como Senador merece, sino por el cariño que, como antiguo amigo, le tengo.

Claro está que este país no está bien, como tampoco lo están otros, pero a mí me parece que es un poco exagerada la pintura que de él ha hecho S.S., y es conveniente que lo sea, puesto que si el país estuviera como S.S. supone, todos estaríamos mal, incluso S.S., porque si los propietarios y braceros, pero principalmente, los propietarios, fuera víctimas de la miseria, el Sr. Polo, que no es más que propietario, no estaría en el desahogo en que yo con mucho gusto le veo, y eso mismo sucede con muchos propietarios; que no están en la abundancia ciertamente, pero tampoco en la miseria; tienen que trabajar, cuidar sus fincas y procurar por sus ocupaciones, pero, en último resultado, no se encuentran en la penuria en que S.S. cree y nos ha dicho que se hallan. No es eso.

La agricultura hace tiempo que viene pasando por una crisis, independiente de los propietarios y de los agricultores, por circunstancias especiales que los Gobiernos no pueden dominar; y prueba de que no las puede dominar, es que estas mismas dificultades que experimenta la agricultura española las sufre la agricultura de otros países más adelantados, con más medios y recursos que el nuestro, y allí los Gobiernos no han podido tampoco atajar esas dificultades, porque no está en la mano de ningún Gobierno ni de ninguna persona humana el atajarlas. Todo lo que se puede hacer es lo que hace el Gobierno y lo que hacen todos los Gobiernos; y yo creo que en esto no se queda a la zaga de ningún otro el Gobierno español, que ejecuta todo lo que puede dentro de las dificultades de la administración del Estado, de los recursos de que puede disponer y de los medios que están [1771] a su alcance y disposición. Sabe el Sr. Polo de Bernabé que el Gobierno no habrá hecho todo lo que piden los agricultores, pero ha hecho más que ningún Gobierno hasta ahora, pues, de mucho tiempo a esta parte, la Gaceta no se ha ocupado tanto como se ocupa ahora en medidas que tienden directa e inmediatamente a mejorar la clase agricultura y los medios agrícolas del país.

Pero ¿qué se quiere? ¿Qué en un día remediemos males que son resultado de circunstancias independientes del Gobierno? eso no es posible ni se puede demandar.

Yo no quiero decir nada acerca de la manifestación de Valladolid, a la cual S.S. puede dar toda la importancia que le parezca. Yo no se la niego, pero sí declaro a S.S. que la manifestación de Valladolid hubiera tenido más importancia, más valor y más resultados, si no se hubiesen hecho en ella ciertas declaraciones que no están bien en manifestaciones agrícolas, y si no se hubieran dejado llevar los agricultores de determinadas personas que, al imprimirles dirección, no iban a procurar el bien de la agricultura, si no que, como se dice vulgarmente, iban a barrer para adentro en cuestiones políticas.

El Sr. Polo de Bernabé, Senador del Reino, representante del país, dando a esa manifestación toda la importancia que tiene, y que yo no niego, no ha debido hacer caso, o por lo menos despreciar ciertas manifestaciones que allí se han hecho contra el sistema constitucional representativo, que hoy nos rige, y ha debido despreciar, ya que no atacar, aquella insinuación de no acudir a los representantes del país y a las Cortes de Reino, porque no representan dignamente los intereses de la Nación.

Pero en fin, yo no quiero discutir la manifestación de Valladolid. Los agricultores hacen bien en reunirse, en procurar por sus intereses, en buscar el alivio que yo declaro que necesitan y que el Gobierno está dispuesto a otorgarles en cuanto dependa de sus facultades. Declaro que en todo eso hacen bien; pero a la vez debo advertir a los agricultores y a los propietarios, que anden con mucho cuidado con esa clase de manifestaciones, porque si hoy las hacen los propietarios contra ciertas cosas, mañana las harán los colonos contra los propietarios, y pasado los braceros contra los colonos.

Enhorabuena que demanden los auxilios que crean necesitar, pero que los demanden guardando siempre el respeto debido a la autoridad, y sobre todo el acatamiento que corresponde a las instituciones vigentes, porque de otra manera enseñan muy mal camino, y los malos caminos los emprenden con facilidad las personas y los intereses que están al acecho.

Por lo demás, ¿qué pretende, qué quiere el señor Polo de Bernabé? ¿Que la crisis que pesa sobre la agricultura desaparezca en seguida y por un solo acto del Gobierno? ¡Ojalá pudiéramos lograrlo! ¿Y tiene el Sr. Polo la pretensión de que con la proposición que S.S. ha presentado en la Mesa habíamos de conseguirlo? Porque después de todo, el Sr. Polo de Bernabé dice que él había propuesto el remedio, pero que el Gobierno no lo ha querido aceptar.

Yo aplaudo la constancia de S.S., que consiste en que, ya que esa proposición no se ha discutido (no por culpa del Gobierno, que no tenía inconveniente alguno en entrar en ese debate, sino por culpa de las circunstancias y de los requisitos parlamentarios) ya que esa proposición no se ha discutido, repito, viene S.S., así de soslayo, a ocuparse de ella y a decir que si se hubiera discutido, los males estarían curados. ¿Por dónde, ni cómo, Sr. Polo de Bernabé? Esa proposición ¿a qué tendería? Pues tendería a levantar un poco el precio de la fanega de trigo; ni más, ni menos; y yo declaro que eso no es necesario, porque la fanega de trigo tiene hoy un precio remuneratorio y sería un absurdo levantarlo.

Pero es más: cuando se verificaba la manifestación a que S.S. se ha referido, pidiéndose entre otras cosas, y con más empeño que nada, el levantamiento de los aranceles para los granos, estaba la fanega de trigo en Valladolid (y aquí tengo el periódico para demostrarlo), a 43 reales. Ahora está a 44, pero el día en que se pedían aumentos en el arancel, estaba a 43 reales. No había, pues, una petición más improcedente. Y ¿qué se conseguía con eso, Sr. Polo de Bernabé? ¿Cree S.S. que se aliviaba así a la clase de braceros, de cuyo estado se ha lamentado tanto? ¿Por dónde iba S.S. a lograr que desapareciera la miseria de los braceros elevando el precio de los granos, y, por consiguiente, el precio del pan, del artículo de primera necesidad?

?Que está mal la clase de braceros?. ¡Pues ya lo creo que está mal! Como que hemos tenido un invierno más largo de lo regular; muy inclemente; durante el cual ha habido muchas nieves, ciclones e inundaciones y ha faltado el trabajo. Pero de eso, ¿qué culpa tiene el Gobierno? ¿Es que el Gobierno domina los elementos para poderlos manejar y distribuir a su gusto? Nadie lamenta más que el Gobierno, nadie siente más que el Gobierno esas calamidades, pero son superiores a la voluntad y a las fuerzas humanas. Y lo lamenta más que nadie, porque más nadie sufre sus efectos, y todos los días está recibiendo lamentaciones, a las cuales, con dolor en el alma, no puede acudir. Ha gastado ya todo el fondo de calamidades, y el Congreso y el Senado han otorgado ahora un crédito de un millón de reales; pero ¿qué vale eso en último resultado para el alivio de 10 ó 12 provincias que han padecido tantas y tan grandes calamidades? ¿Qué vamos a hacer con eso que es una gota de agua en el océano? ¿Qué medios hay para evitarlo? ¿Qué medios se emplean en otros países? ¿Por qué al Gobierno español se le piden cosas que no se piden a los Gobiernos de ninguna otra Nación?

El Gobierno procura dar el alivio que puede a esas provincias, abriendo carreteras, haciendo obras públicas, estableciendo otra porción de cosas, pero es con el tiempo; esto no lo puede realizar en un día.

¿Cree el Sr. Polo de Bernabé que con su proposición se hubieran evitado las miserias y tristezas que son consecuencia de esas grandes calamidades? Pues si no lo cree, entonces confiese el Sr. Polo que con su proposición no hubiéramos adelantado nada, que estaríamos como estamos, mal, desgraciadamente mal, pero sin culpa de nadie.

Afirmo que estaríamos hoy lo mismo que antes, por consideración al Sr. Polo Bernabé, porque no quiero decir que estaríamos peor y que la proposición de S.S. habría empeorado la situación; porque no quiero amargar los buenos sentimientos del señor Polo de Bernabé.

Dice S.S. que la agricultura, la ganadería y la industria no están bien. Desgraciadamente lo sabemos [1773], Sr. Polo; no nos dice S.S. nada de nuevo con esto; pero precisamente por eso el Gobierno se desvive y hace todo lo que puede hacer. Ha hecho por la ganadería todo lo que ha podido, y está dispuesto a hacer más; ha realizado en pro de la agricultura cuanto le ha sido posible, no solo bajo el punto de vista del instante, del momento, y la necesidad de apoyarla, sino para el porvenir, adoptando otros medios y otros recursos, empleando otros procedimientos; y para esos medios todos los días viene la Gaceta llena de disposiciones que tienden a favorecer esos respetables intereses.

?Muchas rebajas en la contribución?. También se hará todo lo que se pueda, y el Gobierno tiene más empeño que nadie en esto; pero voy a hacer una declaración. El Gobierno, Sres. Senadores, ha hecho, sin perturbar servicio alguno, dejando las cosas tal como están, 12 millones de pesetas de economía. Claro está que no son tantas como fueran de desear y como pretenden los agricultores; pero ha hecho más economías que ningún Gobierno, hasta ahora; porque los demás, o no han hecho ninguna, o han aumentado los gastos; y nosotros, por de pronto, ofrecemos 12 millones de economías este año y 4 en el pasado; total, 16 millones de pesetas en dos años.

Son pocas, indudablemente, lo declaro, para aliviar la agricultura y mejorar nuestra industria; pero no hacemos más, porque no es posible. El Gobierno tiene más deseos que nadie en realizar economías, tantos deseos como el Sr. Polo de Bernabé, y no digo más, porque S.S. siempre ha manifestado sus buenos deseos. Pero ¿se puede hacer mayores economías en gran escala sin perturbar grandemente y sin transformar de una manera extraordinaria los servicios públicos? Nosotros creemos que no.

El Consejo de Ministros ha estudiado muy detenidamente este asunto, y no ha encontrado medio de hacerlas sino transformando los servicios que son susceptibles de esta reforma en el porvenir. En Guerra es indudable que se pueden hacer economías, pero, francamente, no ha habido un tiempo más inoportuno que éste para realizarlas. Tal como está la situación de Europa, y dadas las circunstancias especiales en que nos encontramos, a mí me parece muy poco político tocar ahora al ejército. Si hay algún partido que se atreva, si hay algún Ministro de la Guerra que se arriesgue a echar sobre sí esa responsabilidad, yo me alegraría que ocupase este banco, y yo le ayudaría.

En la marina, ¿qué economías vamos a hacer, cuando estas mismas Cortes, y no otras, han dispuesto que es necesario que tengamos una gran escuadra, si hemos de conservar nuestras colonias y nuestras posesiones de Ultramar? Dadas las complicaciones de Europa, y cuando todas las Naciones buscan colonias y países a donde llevar sus productos, precisamente para mejorar su agricultura y su industria, ¿vamos nosotros a exponernos a perder las que tenemos? Pues no las podemos guardar sin una gran escuadra, y cuando no la tenemos y cuando hay que construirla, ¿por dónde vamos a hacer economías en marina? ¿Se atreve el Sr. Polo de Bernabé a proponerlas y a hacerlas? Yo declaro que como Gobierno no me atrevo.

Fuera de estos dos grandes ramos, ¿de dónde vamos a sacar esas grandes economías, si no caben sin transformar completamente los servicios? Yo ya sé cómo. Si las Cortes me dan autorización, yo las hago; pero para eso se necesitan suprimir lo menos 20 provincias y 30 Audiencias, y no sé cuántos Juzgados y Capitanías generales, y concordar con Roma algo también respecto a lo que nos cuesta el clero. ¿Me autorizan para eso las Cortes? Pues yo prometo al Sr. Polo traerle muchas economías, y con ellas vamos a producir un gran auxilio a la agricultura, no solo con la baja de la contribución territorial, que declaro que es muy grande y está muy recargada, sino aligerando la contribución de consumos, que también pesa mucho, especialmente sobre la agricultura. Pero es necesario, Sres. Senadores, que no nos hagamos ilusiones, que veamos todas las dificultades que esto tiene y los inconvenientes que podría en lo porvenir traer para nuestra situación y nuestra manera de ser y de vivir.

Y después de todo, yo quiero hacer presente también al Senado otra consideración muy importante. Se pueden obtener muchas economías, muchísimas, sobre todo transformando los servicios; pero cuidado con eso, que no todas las economías se pueden emplear en la rebaja de la contribución, porque lo que hay que buscar, sobre todo, es que los gastos que se hagan, se emplean bien. En Guerra se pueden hacer economías, pero teniendo en cuenta las circunstancias en que nos encontramos; porque si se hacen economías en Guerra, claro está, y hay que declarar que en cambio hay que mejorar nuestros cuarteles y nuestro material de guerra, porque no nos hemos de quedar tan desarmados y tan desprovistos que no representemos nada, que seamos un átomo en el mundo.

Podemos hacer algunas economías suprimiendo Audiencias; pero también hay que elevar un poco la categoría y la importancia de nuestra administración de justicia, no teniendo con un sueldo miserable a los jueces, que al fin y al cabo van a resolver sobre nuestra honra, sobre nuestros intereses y sobre nuestra vida, y no hemos de permitir que se administre la justicia en locales indignos, que también entra por mucho por los ojos de la cara la apariencia y el aparato de los locales en que la justicia se administra. Podemos hacer algunas economías también dentro de este mismo ramo; pero tenemos que mejorar nuestras cárceles y nuestros establecimientos penitenciarios.

Podemos hacer una porción de cosas en el ramo de empleados; podemos suprimir muchos empleados, pero tenemos que aumentar un poco los agentes de seguridad pública, porque aquí, Sres. Senadores, vivimos de milagro. ¡Luego se dice que este país está muy perturbado! Señores, este es el país más tranquilo del mundo, porque en ninguna parte hay menos policía; en ninguna parte están los ciudadanos y la propiedad menos guardados. ¿Por qué? Porque no hay agentes de seguridad en las condiciones y en el número que debe haberlos. De modo, que si hay gastos excesivos en una parte, faltan en otra, y no hay que alucinar al país con ofrecimientos que no se pueden realizar, a no ser que queramos vivir aquí como se vive en África.

Pero dentro de estas condiciones en que el Gobierno se mueve, dentro de las dificultades que por todas partes le acosan, hace todo lo que puede y cada día adopta una disposición para mejorar el mal estado en que se encuentra la agricultura, y todo lo que es objeto de decreto, por decreto lo hace, y todo lo que es objeto de ley, en proyectos de ley lo propone a los Cuerpos Colegisladores. ¿Qué más ha de hacer el Gobierno? Yo creo que el Sr. Polo, con toda su buena [1773] voluntad (que yo le reconozco, aprecio y agradezco, porque así es como se procura el bien del país, haciendo todos, cada cual en la esfera en que se mueve, lo que pueda), no podrá hacer más que lo que hace el Gobierno. Es verdad que por mucha que sea y muy buena la voluntad que yo reconozco al Sr. Polo, me va a permitir que no le reconozca mayor y mejor voluntad y deseo que los que abriga el Gobierno en bien del país.

Supone S.S. que si el Gobierno no pode remedio a estos males, podrán venir peligros para las instituciones. Quiero tranquilizar sobre esto a mi distinguido amigo particular ahora, que antes lo fue también político, con mucho gusto mío, el Sr. Polo.

Las instituciones no pueden correr peligro cuando los Gobiernos atienden, en la medida de la posibilidad, a las aspiraciones de los pueblos que están llamados a regir. Y el Gobierno las atiende, porque si no están los representantes del país para obligarle a que las atienda, y si aún así no lo hace, para despedirlo de este puesto. Y en ningún caso, sobre todo en estas cuestiones, puede hacerse responsable a las altas instituciones de las medidas que los Gobiernos adoptan o dejan de adoptar, porque para eso están los representantes del país a los cuales mandan esos electores que piden y reclaman, esos agricultores que se reúnen en manifestación y que pueden exigir a sus Diputados y Senadores electivos, y a los que no sean electivos (porque tienen el mismo deber que aquellos de atender al bien público y de procurar satisfacer las aspiraciones del país), el cumplimiento de sus deberes, y por tanto, si no se cumplen esos deberes, no será culpa de las altas instituciones; será culpa de las Cortes y del Gobierno.

Por lo demás, claro está que, como ha dicho muy bien el Sr. Polo, la Reina Regente desea que las aspiraciones de los pueblos se satisfagan, y para eso nombra sus Gobiernos; y para que estas aspiraciones sean satisfechas, los electores nombra sus representantes. Si no se satisfacen en la medida en que los pueblos desean, ¿qué culpa es de la persona que representa la Monarquía? En todo caso será la culpa nuestra y a nosotros se nos podrá exigir la responsabilidad; que a nadie le puede caber duda, ni aun al más tosco de esos que se reúnen en manifestaciones, que la responsabilidad en ningún caso puede llegar al Trono. Ahora, claro está que un país no se encuentra bien cuando siente necesidades y miserias; esto es evidente, y por eso vamos a procurar, en la medida de lo posible, satisfacer esas necesidades y ver de evitar esas miserias; pero de eso a hacer lo que ha hecho los manifestantes de Valladolid, o sea acudir a la Reina, porque creen que no han de encontrar remedio en los Cuerpos Colegisladores y en el Gobierno, hay una distancia muy grande, que el Sr. Polo de Bernabé debe medir exactamente con su claro talento y con la experiencia que de esas cosas tiene. Está bien que el Sr. Polo de Bernabé, en cumplimiento de su deber, procure que el Gobierno cumpla con el suyo, que todos los demás Sres. Senadores hagan lo mismo; pero cuidado con que ni directa ni indirectamente pueda creerse que no es remedio bastante para satisfacer las necesidades del país el sistema que nos rige, que no bastan para eso las Cortes con el Gobierno. Eso es sumamente peligroso, y yo espero que así lo reconocerá el Sr. Polo de Bernabé, que no lo ha dicho en este sentido, ni mucho menos, que no ha acompañado en esto a los manifestantes de Valladolid, pero que ha hecho algunas indicaciones que pudieran creer los manifestantes de Valladolid iban en la misma dirección que la manifestación que ellos han hecho.

No; yo quiero que esto quede bien claro. Las Cortes con el Gobierno, en este sistema, son lo bastante para satisfacer las necesidades del país, y si las Cortes con el Gobierno no las satisfacen, es que no pueden satisfacerse; es que se piden cosas que no se pueden hacer sin tener mayores males. Los manifestantes de Valladolid han pedido muchas cosas que no se pueden realizar; que son contrarias a lo que pedirían los manifestantes de otras industrias; y por consiguiente, no es extraño que no encuentren el debido cumplimiento, pero básteles a los manifestantes de Valladolid saber, que el Gobierno con las Cortes, está interesado en satisfacer sus legítimas aspiraciones en cuanto no lastimen las de las demás industrias y las de las demás regiones de España, porque a eso no tiene derecho nadie; y que en cuanto sea posible y los intereses generales del Estado lo consientan, serán satisfechas las aspiraciones de los manifestantes de Valladolid, siquiera las hayan formulado en forma irregular, que no debe aprobar el Sr. Polo de Bernabé, y que yo por lo menos desde aquí desapruebo.

Sin perjuicio de eso, como no puede influir en las resoluciones del Gobierno la forma en que se pidan las cosas, sino la justicia con que se demande, en todo lo que sean justas y el Gobierno pueda atenderlas, serán aquellas peticiones atendidas, como lo serán igualmente las demás peticiones y las demás reclamaciones que hagan los demás intereses de las otras regiones españolas.

Y con esto creo queda contestado el discurso del Sr. Polo de Bernabé. No recuerdo si he dejado de hacerme cargo de alguno de sus argumentos; si así fuera, le agradeceré que me lo recuerde, que yo tengo mucho gusto en debatir con S.S. y en darle todas las explicaciones que crea necesarias, y lo tendría mayor aún en acceder a sus deseos, porque le estimo de muy antiguo y le respeto como debo respetarle, por sus circunstancias, por sus condiciones y por su edad. [1774]



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